domingo, 22 de junio de 2008

"La vida es un soplo"



Para Oscar Niemeyer lo más importante es la libertad. "La arquitectura es la forma nueva que crea sorpresa. Tiene que haber fantasía, una solución diferente: eso es lo importante en la arquitectura. Porque sé que los más pobres no van a disfrutar de nada, pero pueden detenerse, tener un momento de placer, de sorpresa, ver algo nuevo. Es en ese aspecto que la arquitectura puede ser útil. Por ahora, sólo usa la arquitectura el que tiene dinero. Los demás, la pasan mal en las favelas", dice Niemeyer en el documental Oscar Niemeyer: la vida es un soplo.
El 15 de diciembre pasado Niemeyer cumplió 100 años y en su escritorio se siguen apilando proyectos. Es reconocido como uno de los pioneros de la exploración de las posibilidades pláticas y constructivas del hormigón, un material que se impuso a lo largo del tiempo pero que era apenas conocido décadas atrás.
Comunista acérrimo –el propio Fidel Castro dijo una vez: "Él y yo somos los últimos comunistas del planeta"– Niemeyer tuvo que exiliarse en París a mediados de los años 60.



"Odia el ángulo recto y el capitalismo –escribió Eduardo Galeano–. Contra el capitalismo no es mucho lo que puede hacer; pero contra el ángulo recto, opresor del espacio, triunfa su arquitectura libre y sensual y leve como las nubes.
Niemeyer concibe la morada humana en forma de cuerpo de mujer, costa sinuosa o fruta del trópico. También en forma de montaña, si la montaña se recorta en bellas curvas contra el cielo, como es el caso de las montañas de Río de Janeiro, diseñadas por dios el día aquel en que dios se creyó Niemeyer".



Dijo el arquitecto: “La vida es un soplo. Todo acaba. Me dicen que después de que yo muera, otras personas verán mi obra. Pero esas personas también morirán. Y vendrán otras, que también se irán. La inmortalidad es una fantasía, una manera de olvidar la realidad. Lo que importa, mientras estamos aquí, es la vida, la gente. Abrazar a los amigos, vivir feliz. Cambiar el mundo. Y nada más”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dijo el arquitecto: “La vida es un soplo. Todo acaba. Me dicen que después de que yo muera, otras personas verán mi obra. Pero esas personas también morirán. Y vendrán otras, que también se irán. La inmortalidad es una fantasía, una manera de olvidar la realidad. Lo que importa, mientras estamos aquí, es la vida, la gente. Abrazar a los amigos, vivir feliz. Cambiar el mundo. Y nada más”.

Genial.
Gracias.
A.

Anónimo dijo...

Lo que importa es el abrazo, sin duda. Qué felicidad desparrama Niemeyer. A cambiar el mundo!

Gracias aves de prensa,

AM