viernes, 18 de junio de 2010

“Iba cambiando de cazador a ser humano”


Luis Alcalá del Olmo fue el primer fotógrafo del mundo que llegó a Haití, apenas 12 horas después de que un terremoto provocara una de las mayores catástrofes humanitarias de los últimos tiempos. Alcalá del Olmo estaba en su casa “perdiendo el tiempo” cuando sonó el teléfono y le avisaron que algo muy grave había pasado en Haití, situado a una hora y media de avión de Puerto Rico, donde vive desde 1997. Al día siguiente estaba con sus dos cámaras en Puerto Príncipe, la capital de un país arrasado.

“El dueño del diario para el que trabajo es dueño de medio Puerto Rico, así que nos fuimos en un jet privado con una reportera sin saber adonde íbamos a aterrizar. Cuando nos dejaron en el aeropuerto no había nadie. Pasamos como si nada y cuando llegamos al hotel Villa Creóle había 300 moribundos en la puerta”, nos contó Alcalá del Olmo durante su visita a Córdoba.

“Nunca había visto algo así. Era una mezcla de Hiroshima después de la bomba atómica y de Pompeya después de la erupción del volcán. El terremoto fue equivalente a 200 mil kilos de dinamita y los coches bomba que ponen en Bagdad y que masacran a tanta gente suelen tener 100 kilos”, contó este español cuarentón con gestos de viejo corresponsal.


“Como viví cuatro años en Haití tengo amigos fotógrafos y periodistas en Puerto Príncipe, así que apenas llegué fui a ver si estaban muertos. En la casa de dos de ellos todo hacía pensar que habían muerto porque estaban sus autos afuera y sus casas estaban destruidas. Si está el auto significa que el tipo está adentro. Luego encontré a algunos amigos vivos. Me imagino que se habrán quedado sin trabajo, les dije. Y los contraté. Para mí es fundamental que alguien cuide a la reportera. Sino no puedo trabajar. Es una buena periodista pero de oficina y no estaba acostumbrada a los jaleos”, relató el fotógrafo y su voz gruesa de cigarrillo retumbó en la sala el día después de haber inaugurado una muestra con dos de sus trabajos: Haití; los espíritus en la tierra y Haití 7.0.

La primera contiene imágenes de ritos, danzas y peregrinaciones a los dioses vudú, mientras que la segunda muestra imágenes del potente terremoto registrado el 12 de enero a las 16:53:09 hora de Haití, y los devastadores efectos causados sobre el país más pobre de América latina.


En primera persona. Alcalá del Olmo contó: “El 90 por ciento de los edificios públicos estaban en el suelo. El terremoto duró 45 segundos y eso es una eternidad cuando el piso se mueve. Hay que contar para darse cuenta: Uno, dos, tres, cuatro, cinco. En la universidad los estudiantes y profesores siguieron las reglas y se metieron debajo de los pupitres, pero se les vino el edificio encima. Las poses de los cuerpos en su lucha contra la muerte eran impresionantes. Hubo en las calles una especie de onda expansiva de zapatos. Fue como una bomba. ¿De dónde coño salieron tantos zapatos? Nunca había visto una cosa así. Y el silencio de la muerte era impresionante”.


“¿Qué hace un fotógrafo en una situación así? Iba cambiando mi interruptor para ir pasando de cazador a ser humano. Intentaba ayudar a alguien. Luego seguía caminando. Después me hacía el sordo. Avisaba que debajo de tal lugar se escuchaba un grito. Sacaba más fotos. Por momentos era como si fuera un Terminator escaneando la realidad, viendo cuáles eran mis objetivos para disparar. Estaba sacando fotos, haciendo mi trabajo, no era parte de los equipos de rescate”.

“Los que quedaron vivos estaban solos. En la calle. Perdieron todo. No sabían adonde ir. Estaban sin un centavo en el bolsillo y con lo poco que pudieron sacar de sus casas. Escuchaba los gritos de la gente bajo los escombros. Estaban los que intentaban llegar a los hospitales pero en los hospitales no había nadie. Otros buscaban reconocer a sus muertos en la calle. No había control sobre los muertos. El que sabía escribir iba anotando el nombre de los que habían quedado vivos. No había gobierno, ni policía, ni bomberos, ni rescatistas, ni nada”.


“De a poco alguna gente empezó a cambiar su manera de mirar: Se volvió más dura. En un primer momento estaban en estado shock y no sabían lo que pasaba. Como ando con cámaras de fotos saben que puedo llevar fácil seis mil dólares en efectivo en el bolsillo, porque también saben que no soy tan idiota como para dejar el dinero en el hotel. Así fue como al cuarto día, cuando se les pasó el shock, empezaron a asaltar a los fotógrafos, a los equipos de televisión y a los reporteros porque sabían que toda persona blanca que vaya con cámaras llevaba como mínimo cinco mil dólares en efectivo”.

“Esa noche, cuando los periodistas nos juntamos a dormir en el jardín del hotel, había 40 tipos que entre todos sumaban 200 mil dólares. Es fácil que entren cuatro hombres armados y fusilen a un par para robarle al resto. Así que la dueña del hotel nos echó. Nos dijo que lo sentía mucho, que nos iban a atacar esa noche y nos iban a matar a todos. Tuve la suerte de haber llegado primero, cuando la gente estaba en shock y esas cosas todavía no pasaban”.


“Cuando llegaron los equipos de televisión todo se jodió. Cuando llegó la CNN con sus escenas de Hollywood había que salir corriendo. Ahí se terminó la realidad y empezó la ficción. Los productores de la CNN le decían a los soldados norteamericanos que tiren la comida desde sus helicópteros en tal lugar a tal hora para poder filmar cuando los morenos se peleaban por ella”.

“Pasaban los días, el olor era insoportable y las enfermedades estaban en el aire. Había que tomar aire, meterse en algún lugar a sacar unas fotos y salir corriendo. La única manera de soportar el olor era andar con hojas de limonero metidas en la nariz. Hacía días que había 200 mil muertos expuestos al calor haitiano y el olor a muerte se te mete en los pulmones, en el pelo”.

“Ahora, ¿cómo puede ser que yo, que no soy nadie, llegué en menos de 12 horas y habían pasado cuatro días y no llegaba nadie con ayuda? ¿Será porque son negros? Si esto pasaba en Cannes, en Niza, en Mónaco o en Montecarlo en 24 horas montaban el quiosco”.

“Por otro lado, ¿cuál es la diferencia entre un ser humano y otro? No es la riqueza ni la educación: es su capacidad para sobrevivir. La vida de un ser humano se mide por la cantidad de valores afectivos que tiene. Si en tu vida tienes amor, solidaridad y compasión, el día que pase una tragedia vas a sobrevivir. Si en tu vida hay rencor, soberbia y desidia, te mueres como un perro. El pueblo haitiano no es una persona sino un país entero. Si dentro de ese desastre, de esa crueldad de la vida, sigues teniendo solidaridad, compasión, amor y a tus hijos, serás pobre, vivirás en la mierda pero tienes el derecho a vivir y a ser feliz. Si esto hubiese pasado en Madrid, la ciudad donde nací, de ahí no salía nadie vivo. Parece mentira, pero de la mierda sale la flor más bonita”.

“A veces parece cruel hacer este trabajo cuando la gente sufre tanto, pero lo que necesitaba era enviar esas imágenes al mundo para que se doble en dos, para que ayude. Ese es mi privilegio”, concluyó el fotógrafo.


A seis meses del demoledor terremoto que dejó 230 mil muertos, 300 mil heridos, 1.200.000 personas en la calle, un número todavía indefinido de huérfanos y llenó de destrucción y caos la capital del único país de Latinoamérica que puede compararse con los más pobres de África, los haitianos siguen ahí. De a poco la pequeña isla fue desapareciendo de las tapas de los diarios y de los noticieros de televisión. Pero el mundo se dobló por un instante ante el dolor de los demás. La construcción de un país que nunca llegó a levantarse del todo recién comienza.


El Barón de la Muerte

Gurreir Romario (foto) pasó casi tres días atrapado entre los escombros de su escuela en Puerto Príncipe. El chico, de 20 años, quedó en una especie de burbuja de cemento rodeado de muertos.

“Íbamos por la calle y escuchamos unos golpes entre los escombros. Golpeamos y nos respondieron. Luego de horas de trabajo el chico tiró su billetera y dijo: ‘Estoy vivo, díganle a mi padre y a mi madre’”, contó Luis Alcalá del Olmo mientras en una pantalla gigante se veía la foto del chico de remera violeta. Esa fue la primera foto que salió al mundo de una persona rescatada con vida entre los escombros.

La marca del vudú. “En la religión vudú el color del Barón de la Muerte es el violeta. Cuando el chico salió con la camisa del Barón de la Muerte no lo podía creer. ¿Por qué el Barón no se lo llevó? Cuando los peregrinos del vudú luchan contra el Barón de la Muerte van con esos colores para engañarlo. Le dicen: ‘Tú vienes a buscarme pero será mejor que te lleves a otro pendejo porque yo voy a luchar por vivir’”.

Alcalá del Olmo habló con Gurreir Romario y le preguntó si había visto al Barón de la Muerte. El chico le contestó:

–Lo tuve tres días fumando al frente mío. Me decía: Mira pendejo, tú te vienes conmigo. No te creas que te vas a salvar. Te vienes con tus amigos muertos. Tú vienes.

Pero no se lo llevó. El Barón de la Muerte se representa como un esqueleto vestido de smoking con un sombrero de copa, lentes negros y fumando un cigarrillo. El chico de la remera violeta lo vio sentado al frente suyo entre los escombros durante tres días. “Es como si a los que fueron educados en el mundo cristiano se les sienta al frente una señora con su guadaña”, concluyó el fotógrafo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante... Ver la realidad del mundo...