jueves, 18 de octubre de 2007

Correspondencia Pizarnik


Ya entrado el siglo 21, cuando los emails se pierden en el ciberespacio, cuando las cartas se parecen cada vez más a una reliquia de otro tiempo y los msn de txt son c/ vez + abreviados, sorprende encontrarse con cartas como estas:

A Silvina Ocampo

Sin fecha
Querida Silvina, le ciel est si bleu, si tendre, muy parecido a tu sonrisa. Pero ayer a las 20 horas no fue así pues no se por que, sobre el celestegrisrosa del crepúsculo vino una nube enorme, enorme, y también negra, y también erizada, como hecha de la materia de un gato electrizado , quiero decir de la piel de ese gato que por otra parte no vi sino dibujado en una historieta.
Me siento muy orgullosa y con un poquito de miedo -a causa de la responsabilidad que implica- escribiendo con tu lapicera. Tengo que acostumbrarme a ella pues exige una impetuosidad y una generosidad y una entrega propias en mi de un instante privilegiado y en vos de un estado natural de ser y estar. (¿Se entiende algo o es cierto que el sol me inmovilizo el pensamiento?) quiero decir que no será extraño si ella cambia de forma –y sobre todo de sentido- de mis poemas venideros. (Cuando yo tenia 6 años m e pasaba la vida escribiéndoles a los Reyes Magos –no solo en su día sino también en cualquier otro- pidiéndoles una lapicera que supiese sumar, restar y dividir sola; ella dirigiría mi mano derecha mientras la izquierda, debajo del pupitre, da vuelta las paginas del libro de cuentos que leo mientras la lapicera se las arregla mágicamente para hacer de mi el genio de las matemáticas. Esto es idiota pero no hago mas que recordarlo desde el lunes.
Encontre un librito de Old Montaigne que por momentos es muy delicioso: “Sur le plus beau trône du monde on n’est jamais assis que sur son cul”.
¿Te deje muy triste el otro día? Espero que no. Confío en que no. Aun así, y aunque maldita la gracia que me hace tender mi tristeza sobre la mesa como un mapa, aun así es una Gran Prueba de Amistad de mi parte esto de no sonreír todo el tiempo y de no decir chistes todo el tiempo, que es lo que hago con 99 de cada 100 personas que conozco.
Quiero decir que revelar la tristeza es algo así como la máxima confesión (al menos, en mi caso). Pero me horroriza pensar que pude comunicártela. Ojalá que el peregrino la haya disipado si es que no la deje al irme.
(Minúsculo dibujito de una niña arrastrada por –o arrastrando- un cometa-flor)
Estuve pensando mucho sobre lo que dijiste sobre la continuidad del poema, aquello de que un verso llama al otro.
Creo que te va a encantar como a mi la dama que esta a la izquierda, en el primer plano, vestida de azul, dueña de una lujosa cola blanca, parecida –si j’ose dire- a la de un caballo. Aunque temerosa de exgerar, me he atrevido a pensar que también sus finas y blancas piernas tienen un no se que de equino. (En las noches de invierno ella galopa con sus piececitos vestidos de azul y danza, danza de alegría, de miedo, danza para alegrar su pequeño corazo, su corazón de madera, su corazón de buena suerte.)
(Minúsculo dibujo de una niña llevando una flor)
por primera vez, después de muchos meses, leí un diario. Al dejarlo he sentido deseos de ir a Uganda. Habría que traer a la Mèreb Ubu y al Père ubu como reyes.
Vengo de un paseo de cuatro horas solitarias en bicicleta. Por eso la carta esta girando (“elle tourne, elle tourne comme dans les rêves de la raine folle...”).
J’e t’abrasse
Alejandra


1 comentario:

EG dijo...

hermosa Alejandra, esa época de cartas manuscritas, de correos lentos o tranquilos, de amigos que esperan sin desesperar, de orilla a orilla, le sentaba muy bien a nuestra querida Alejandra...
Gran recuerdo!