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“Los call centers han florecido en Córdoba en los últimos años. Las versiones cambian, pero parece que hay entre quince mil y veinticinco mil jóvenes que trabajan de atender reclamos y vender por teléfono”
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“Los call centers se instalaron masivamente en Córdoba porque encontraron la combinación perfecta de jóvenes más o menos educados, capaces de contestar requerimientos en castellano o incluso inglés o alemán, y salarios más bajos que en los países para los que trabajan. Pero además el gobierno cordobés los incentivó: los llamó, les consiguió locales, les ofreció exenciones impositivas importantes –lo mismo que hicieron medio siglo atrás para atraer automotrices. Porque `la telefonía está desregulada y la legislación laboral argentina establece un marco jurídico flexible y consistente con las exigencias particulares de esta actividad` –dice una publicación de la Secretaría de Industria, Comercio y Pyme del Ministerio de Economía nacional– y los costos de la mano de obra en Argentina son considerablemente menores respecto a otros países, con jornales aproximados a 2,50 dólares la hora en Córdoba y Rosario comparado con lo 3 la hora en Buenos Aires, 4,25 en Ciudad de México; 5,25 en Costa Rica y 5,60 en Chile`. De la industria de entonces a los servicios de ahora: de la producción para el mercado interno al trabajo que circula en un mercado bien ajeno. El call center también es una metáfora muy mala”, escribe Martín Caparrós en su extenso libro El Interior, durante su paso por Córdoba.
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