miércoles, 22 de julio de 2009

El hombre sin cabeza



"A causa de mis pesquisas sobre poder y crimen he sido secuestrado, golpeado, terminé en el hospital y salvé la vida. Mi correo postal y el electrónico están intervenidos. Vivo bajo acoso continuo. He sufrido amenazas de muerte. Pero he tenido suerte: muchos de mis compañeros no la tuvieron", contó en una entrevista Sergio González Rodríguez, autor de El hombre sin cabeza (Ed. Anagrama).

Allí, González Rodríguez hace "una pesquisa insólita y un tejido narrativo de múltiples resonancias culturales y políticas sobre el clímax de la violencia en el mundo contemporáneo: las decapitaciones que realizan los sicarios del tráfico de drogas en México, o los fundamentalistas musulmanes, ambas difundidas por internet u otros medios, donde el acto de decapitar representa la pérdida de la razón en su sentido más extenso. El autor estudia también los fenómenos de la brujería y los sacrificios humanos vinculados a los traficantes de drogas, el uso de los cuerpos de las víctimas con mensajes crueles de gran alcance. Y la emergencia de un culto criminal como el de la Santa Muerte. Una crónica que presenta incluso el testimonio de un sicario y cortador de cabezas, y entrelaza la perspectiva del propio narrador a través de su refinada alternancia de la crónica, el ensayo y los apuntes autobiográficos", explica Anagrama.

Ahora, las palabras del decapitador, un asesino profesional que pactó un encuentro con el periodista mejicano: "Primero me tomo cuatro o cinco tequilas antes de actuar, porque no sé si vamos a encontrar al candidato y ejecutarlo. Llegado el momento, con o sin testigos del grupo, todavía calentito el cuerpo, lo pongo boca abajo, en el borde de un sillón o silla, y le dejo caer el machete, siempre con las dos manos para tener fuerza y que no me rebote el golpe con el hueso de la columna. Después meto la cabeza en una toalla, o con las ropas del muerto la envuelvo para que le salga toda la sangre, porque me enseñaron que las venas del cuello están cargadas de sangre...".

En los últimos dos años, en México hubo más de siete mil muertes violentas, hay 500 mil personas en ese país dedicadas a tiempo completo al tráfico de drogas; existe allí un mercado de 15 millones de armas, la mitad de ellas ilegales; el cincuenta por ciento de su territorio está bajo control del narcotráfico, que recauda entre 10 y 25 mil millones de dólares al año. Nunca hubo en México más hechos mafiosos que en 2008: 17 secuestros por día y 5.200 ejecuciones, de las cuales 170 terminaron en decapitación. A pesar de estos datos, no solemos percibir que México está en guerra.

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