lunes, 15 de marzo de 2010

Hiroshima



"Exactamente a las ocho y quince minutos de la mañana, hora japonesa, el 6 de agosto de 1945, en el momento en que la bomba atómica relampagueó sobre Hiroshima, la señorita Toshiko Sasaki, empleada del departamento de personal de la Fábrica Oriental de Estaño, acababa de ocupar su puesto en la oficina de planta y estaba girando la cabeza para hablar con la chica del escritorio vecino. En ese mismo instante, el doctor Masakazu Fujii se acomodaba con las piernas cruzadas para el leer el Asahi de Osaka en el porche de su hospital privado, suspendido sobre uno de los siete ríos del delta que divide Hiroshima; la señora Hatsuyo Nakamura, viuda de un sastre, estaba de pie junto a la ventana de su cocina observando a un vecino derribar su casa porque obstruía el carril cortafuego; el padre Wilhelm Kleinsorge, sacerdote alemán de la Compañía de Jesús, estaba recostado en ropa interior y sobre un catre, en el último piso de los tres que tenía la misión de su orden, leyendo una revista jesuita, Stimmen der Zeit; el doctor Terufumi Sasaki, un joven miembro del personal quirúrgico del moderno hospital de la Cruz Roja, caminaba por uno de los corredores del hospital, llevando en la mano una muestra de sangre para un test de Wasserman; y el reverendo Kiyoshi Tanimoto, pastor de la Iglesía Metodista de Hiroshima, se había detenido frente a la casa de un hombre rico en Koi, suburbio occidental de la ciudad, y se preparaba para descargar una carretilla llena de cosas que había evacuado por miedo al bombardeo de los B-29 que, según suponían todos, pronto sufriría Hiroshima. La bomba atómica mató a cien mil personas, y estas seis estuvieron entre los sobrevivientes. Todavía se preguntan por qué sobrevivieron si murieron tantos otros. Cada uno enumera muchos pequeños factores de suerte o voluntad, un paso dado a tiempo, la decisión de entrar, haber tomado un tranvía en vez de otro, que salvaron su vida. Y ahora cada uno sabe que en el acto de sobrevivir vivió una docena de vidas y vio más muertes de las que nunca pensó que vería. En aquel momento, ninguno sabía nada".

Este es el primer párrafo de Hiroshima, de John Hersey. Hiroshima narra la vida de seis sobrevivientes a la bomba atómica que Estados Unidos lazó sobre Japón en 1945. Fue escrita como una serie de tres partes para The New Yorker, aunque los editores de la revista decidieron imprimirla completa el 31 de agosto de 1946 y usaron casi todo el espacio de aquel número. Ahora, forma parte de la serie Principios de este blog.

La foto es de Wayne Miller.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Esto no lo pueden decir en la Escuela de Comunicación Social ¿Alguien habla de periodismo ahí? ¿Alguien hizo periodismo ahí?


Más, acá:

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David Beriain: http://www.adn.es/blog/en_pie_de_guerra/4

Anónimo dijo...

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