martes, 18 de marzo de 2008

Bagdad, cinco años después



Mañana se cumple el quinto aniversario del comienzo de la invasión a Irak liderada por Estados Unidos. Entre 81.639 y 89.110 civiles murieron en estos cinco años a causa de la guerra, según la organización independiente Iraq Body Count . Otras fuentes elevan esa cifra hasta cerca del millón, pero se trata de proyecciones, no de muertes documentadas. Por su parte, un estudio de la universidad de la John Hopkins Bloomberg School of Public Health y publicado por la prestigiosa revista médica The Lancet, señala que los muertos son más de 650 mil desde que comenzó la invasión en 2003.
En cualquier caso, la gravedad de la situación se refleja en los casi 4,5 millones de iraquíes que abandonaron sus hogares a causa de la violencia, casi una quinta parte de la población de antes de la invasión. Unos dos millones se encuentran desplazados dentro de Irak, el resto, refugiados en los países vecinos.
A pesar de una reciente mejora de la seguridad, aún no hay en marcha una operación retorno. Apenas 30 mil familias de refugiados y seis mil de desplazados internos regresaron el año pasado a sus hogares, según fuentes del gobierno iraquí que la ONU no está en condiciones de confirmar por falta de personal sobre el terreno. Mientras, una media de 60 mil iraquíes sigue abandonando su país cada mes. Quienes regresan lo hacen, además, a barrios o zonas que se han vuelto homogéneas en cuanto a la composición étnica o religiosa de sus habitantes.



Comida, agua, luz y cloacas: pocas
Cinco años después del derrocamiento de Saddam Hussein, la mayor inseguridad que sufren los iraquíes tiene que ver con sus necesidades básicas. Un 43 por ciento sobrevive con menos de un dólar al día, el umbral de la pobreza extrema. Seis millones de personas necesitan ayuda humanitaria, el doble que en 2004, inmediatamente después de la invasión, pero sólo el 60 por ciento de la población tiene acceso a las raciones que entonces eran universales.
Además, ante las presiones del Banco Mundial, el gobierno iraquí estudia poner fin a esas raciones y al subsidio a los combustibles.
El 70 por ciento de la población sigue sin agua potable y el 80 por ciento carece de cloacas. En Bagdad, el suministro eléctrico resulta tan variable como imprevisible, frente a las 12 horas diarias -con cortes preanunciados semanalmente- que eran la norma en tiempos de Saddam. Ni siquiera la producción de petróleo logró superar los niveles previos a la invasión (en torno a los 2,4 millones de barriles diarios), en parte debido a los ataques a las instalaciones que sólo ahora empiezan a remitir.

Sin excusas
Por otro lado, los interrogatorios a Saddam Hussein y documentos oficiales incautados descartaron nexos entre el derrocado presidente iraquí y la red terrorista Al Qaeda, según un informe del Pentágono, que echó por tierra uno de los argumentos utilizados por Estados Unidos para invadir Irak.

El diario El Mundo, de España, nos da la oportunidad de escuchar qué dicen los iraquíes:

Najla al Hadithi, ingeniera: "Estamos muertos en vida"

"Antes de la ocupación, yo tenía un trabajo y una independencia. Conducía mi propio coche hasta mi oficina, y allí pasaba largas horas. Estuve 19 años disfrutando de mi trabajo. Hasta 2003, cuando todo cambió. Desde entonces, la criminalidad y la violencia han llegado a tal nivel que no salgo de mi domicilio. Me siento un ama de casa, y eso ha hecho que pierda parte de mi personalidad. Mi hija se niega a ponerse el velo y nosotros lo respetamos, pero eso se traduce en que no puede salir porque sería agredida por los fundamentalistas o, peor aún, secuestrada por los delincuentes. No reconozco mi propio país, es como si hubiera sido repoblado por extraños. Me dan miedo mis vecinos. Los iraquíes estamos muertos en vida, lo único que nos diferencia de los cadáveres es que comemos y dormimos".



Amira Lefta, ama de casa: "Hemos perdido la seguridad"

"Llegué a Bagdad en 1999 proveniente del sur, y hasta que no cayó el régimen nunca tuve miedo. Caminaba incluso de noche, cogía taxis sola, sacaba a los niños al parque... Hemos perdido esa libertad. Lo único bueno que hizo Sadam, subvencionar alimentos, también lo está destruyendo este Gobierno. Los políticos nos están robando hasta los sueños, para luego marcharse del país. En el único que creo es en [el clérigo chiíta] Múqtada al Sadr, porque perdió familiares a manos del tirano Sadam. En el resto no creo. Esto es un chiste de democracia. Los americanos buscan enriquecerse a costa de los iraquíes, y los iraquíes sólo queremos vivir en paz. Buscamos cosas diferentes".



Saali Ali, universitaria: "Me siento una extraña en Irak"

"Hace tres años desde que mis padres, dos médicos muy conocidos, se marcharon a Dubai con mis dos hermanos tras recibir amenazas de muerte. Nos amenazaban porque mi padre fue médico militar. Yo me quedé para acabar la Universidad, pero a veces me arrepiento. Cada vez que salgo para acudir a clase voy aterrorizada. A veces no puedo llegar porque cortan las calles cuando hay atentados. Ya no puedo llevar el pelo suelto, tengo que usar velo y ropa holgada porque hay gente en clase que me obliga a ello. Echo de menos los tiempos anteriores en los que no había nada que temer. Ahora me siento una extraña en mi propio país. Estoy deseando acabar la carrera para marcharme y no regresar jamás, no quiero ni puedo vivir en esta situación".

1 comentario:

Nicolás Fassi dijo...

Es la cruda verdad. Un abrazo.